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Si eres como nosotros de las personas que te gusta saber lo que comes, la procedencia de los alimentos que compras en el supermercado y su valor nutricional, deberás familiarizarte poco a poco con la nueva normativa europea para el etiquetado de productos.

Este reglamento fue aprobado en 2011 pero no entró en vigor hasta el 13 de diciembre del año pasado, de modo que a es partir de ahora cuando iremos notando los cambios.

Según explica Montserrat Prieto, especialista en derecho alimentario de la Federación de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), 28.000 empresas españolas ya cumplen con esta normativa desde hace años. Sin embargo aquellas que aún no se han adaptado, podrán seguir vendiendo sus productos hasta que se agoten las existencias.

supermercado

El nuevo reglamento incluye un total de ocho modificaciones que nos permitirán conocer más datos sobre lo que estamos comiendo (facilitando mucho la compra para vegetarianos y veganos).

Entre otras cosas se detallará el origen y la composición exacta de los alimentos, se identificarán los alérgenos más comunes y se incorporarán los valores nutricionales al etiquetado, especificando así qué productos poseen mayor cantidad de grasas saturadas o de sal.

Un logro importante a destacar es el esperado “fin de la letra pequeña”. La Comisión Europea se ha propuesto mejorar la legilibilidad de los etiquetados, regulando una tipografía con un mínimo de 1,2 mm. de altura (una medida que, con todo, no ha contentado a la Asociación de Consumidores Ceaccu que recomendaba al menos 3 mm. ¡casi el doble!).

Tampoco se ha dado respuesta a ciertas lagunas que contempla la ley a día de hoy: aún no está claro qué datos deben especificar los productos vendidos a granel, y las bebidas alcohólicas quedan exentas de la obligación de indicar su composición.

Con respecto al tema de las grasas transgénicas, el debate sigue estando a la orden del día ya que la Comisión Europea ha alargado el plazo hasta el 2016 para elaborar un informe y decidir si será o no obligatorio indicar su presencia en los alimentos.

Sin olvidarnos de estas carencias y siendo conscientes de que la normativa podría ser mucho más exhaustiva en ciertos aspectos, consideramos que al menos es un paso positivo a la hora de brindar más información a los consumidores finales.

Os dejamos con una pequeña infografía donde se detallan los cambios más relevantes:

normativa

Productos biológicos, ecológicos y orgánicos:

Según indican las encuestas cada año aumenta el consumo de productos biológicos, ecológicos y orgánicos en España; sin embargo no lo hace al mismo ritmo que en los restantes países de Europa. Uno de los motivos es su elevado precio, normalmente más alto que el de los alimentos procedentes de la producción industrial. Pero sin duda, existe también una falta de información sobre los beneficios que aportan a nuestra salud y de una idea clara que delimite las diferencias entre ellos. Actualmente la legislación española los considera como sinónimos y somos los propios consumidores quienes debemos distinguir los matices:

* Productos ecológicos: son aquellos que proceden de la agricultura ecológica. Este tipo de agricultura fomenta el empleo recursos renovables y utiliza los propios mecanismos de la naturaleza para el control de las plagas, evitando el uso de fertilizantes químicos, plaguicidas o manipulación genética.

* Productos biológicos: los productos que llevan este etiquetado no han sufrido manipulación genética en su proceso de producción. También suelen emplear materias primas procedentes del Comercio Justo.

* Productos orgánicos: están libres de transgénicos y pesticidas. Emplean la rotación de cultivos como forma de regenerar naturalmente el terreno sin recurrir a los fertilizantes químicos, evitando así la erosión del campo y la contaminación de las aguas subterráneas. Por lo general, fomentan la biodiversidad.

Además de estas denominaciones, existen algunos términos bastante confusos como el de “producto natural” que vemos en muchos envases pero que no está regulado por ley y que puede incluir a casi cualquier preparado con un porcentaje importante de ingredientes naturales.

Para asegurarnos de que un producto es ecológico, biológico u orgánico, debemos fijarnos en el etiquetado y buscar un distintivo (diferente del logotipo de la marca) con el código de la autoridad u organismo de control pertinente. Por ejemplo en España los productos procedentes de la agricultura ecológica suelen llevar el sello de la C.R.A.E. (Consejo Regulador de Agricultura Ecológica). Si el alimento viene de otro país, probablemente aparezca un distintivo de alguna empresa privada autorizada en Europa (Bioagricert, Sohiscert, Ecocert, BCS Öko Garantie…).

Por supuesto existen muchos alimentos de calidad y que cumplen con todas estas expectativas aunque no cuenten con la certificación correspondiente. Con todo creemos que es importante como consumidores ponernos al día con el etiquetado de productos, sobre todo si solemos hacer compras habituales en grandes áreas comerciales.

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