Desde que la sociedad humana comenzó a organizarse en grupos, el hombre ha aprendido a procesar su comida (una forma de hacerlo es cocinando los alimentos). Este procedimiento tiene como objetivos: preservar los víveres en tiempos de escasez, hacerlos más digestivos y, en el caso de los procesos de cocción, destruir las bacterias que pudiesen albergar.
Antiguamente se procesaban los alimentos de forma artesanal. Era una industria muy local.
La elaboración artesanal incrementa el valor nutricional de las comidas. Por ejemplo el pan tradicional neutraliza los anti-nutrientes de los cereales haciendo que los minerales que contiene sean más asimilables. El repollo, al prepararse en choucroute, aumenta su nivel de vitaminas B y C.
Desafortunadamente a día de hoy el procesamiento artesanal ha quedado relegado a conservas y productos típicos de una región, suelen ser bastante costosos por lo que los consumimos de forma ocasional. La mayor parte de los ingredientes que comemos a diario han sido procesados industrialmente: harinas refinadas, aceites procesados, edulcorantes artificiales, conservantes y vitaminas sintéticas… ¿Te suenan, verdad? Conozcamos algunas cosas más:
* Cereales: los copos de cereales que tomamos para desayunar se elaboran a partir de un proceso llamado extrusión. Primero se crea una pasta homogénea con los cereales y después se pasan por una máquina con un pequeño agujero, a una presión y temperaturas muy elevadas. De esta forma se le da al cereal la forma deseada (o bien se hincha como en el caso del arroz inflado). Finalmente, pasa por una tobera donde se les pulveriza aceite y azúcares para que esté crujiente y tenga un sabor agradable.
El proceso de extrusión destruye la mayoría de los nutrientes que poseen los cereales. Destroza los ácidos grasos e incluso las vitaminas que deben ser reincorporadas al final del proceso. Los aminoácidos se vuelven altamente tóxicos, incluso uno de ellos: la lisina que se considera un nutriente crucial para nuestra salud.
La industria de los cereales ha conseguido grandes fortunas al reducir los costes de procesamiento mediante el sistema de extrusión, pero el resultado es un alimento barato y de escaso valor nutricional.
* Leche: en las industrias productoras de leche, las vacas viven hacinadas entre paredes de cemento alimentándose de una forma antinatural, a base de piensos derivados de soja, peladuras de cítricos o restos del procesado de panadería. Las hormonas y medicamentos que se les inyectan para aumentar su producción, se encuentran también en la leche antes de que esta sea tratada.
Una vez obtenida la leche, es transportada a una planta de procesado. En estas enormes fábricas, la leche se rehace completamente. Se centrifuga y se separa el agua de las proteínas y las grasas. Después, se reconstituye para establecer los niveles de grasa adecuados para la leche entera, semi-desnatada y desnatada. La grasa restante se utilizará para hacer quesos, mantequilla o helados. A la leche desnatada se le añade leche en polvo para que gane consistencia e incremente su nivel de proteínas, destruidas durante el proceso.
Para pasteurizarse, la leche debe alcanzar los 72Cº de temperatura. Con este calor, las proteínas se desintegran y deben ser repuestas de forma artificial.
Las vacas lecheras viven encajonadas durante casi toda su vida, sufriendo y alimentándose de piensos que no pueden digerir. ¿Realmente crees que merece la pena seguir sustentando a la industria láctea? Existen otras alternativas: leche de origen vegetal e incluso quesos veganos que pueden sustituir perfectamente a los lácteos y que, además, son mucho más saludables.
* Zumos: siempre escuchamos que tomarnos un zumo de naranja al desayuno es de lo más saludable. La vitamina C que contienen los cítricos, refuerza nuestro sistema inmunitario protegiéndonos contra muchas enfermedades víricas. Pero ¿es lo mismo tomar zumos naturales que envasados? La mayoría de nosotros diría que no pensando en que los zumos de supermercado “contienen más agua y están más rebajados”. Es una respuesta totalmente cierta, pero hay un dato todavía más preocupante que tiene que ver con el modo en que se obtiene el zumo en las plantas procesadoras.
Durante el procesado, la naranja se introduce entera dentro de la máquina y se le añaden enzimas para extraer también el jugo de la cáscara. En la mayoría de los casos estas naranjas no proceden del cultivo ecológico. Se fumigan mucho con pesticidas altamente tóxicos como la colinesterasa (una verdadera neurotoxina). Este tipo de químicos se introduce progresivamente en la piel de la naranja y pasa al zumo una vez que se licúa. Los investigadores especulan que los pesticidas utilizados en las frutas y sus concentrados aumentan el riesgo de sufrir enfermedades como el Alzheimer.
* Saborizantes y caldos artificiales: contienen glutamato monosódico (MSG), un aditivo alimentario inventado por los japoneses en 1908. Es especialmente dañino para el sistema nervioso y aparece en cantidad de productos que comemos habitualmente: sopas deshidratadas, pastillas de caldo, condimentos, comidas procesadas… En su libro Exitoxinas el doctor Russell Blaylock describió como las células nerviosas se desintegran o encogen en presencia del glutamato.
Otros productos altamente tóxicos que consumimos habitualmente son los edulcorantes artificiales (aspartamo), las grasas transgénicas (bollería industrial) o los aceites hidrogenados. ¿Por qué seguimos comiendo así? Probablemente “porque siempre lo hicimos” porque “la mayoría de productos que compramos ya vienen procesados” o por “falta de tiempo para cocinar de una forma más saludable”.
Es cierto que para disfrutar de la comida no podemos obsesionarnos con investigar la procedencia de cada ingrediente presente en nuestros platos, pero sí podemos optar por un modelo de alimentación más saludable. En La Cuchara Veggie apostamos por las siguientes medidas:
- Materias primas 100% vegetales y procedentes del cultivo ecológico (certificado por el consello regulador de agricultura ecoloxica de Galicia, CRAEGA). Esto garantiza que nuestros productos no han sido tratados con pesticidas y que las verduras, granos y hortalizas que cocinamos no han sido modificadas genéticamente.
- Cocinamos de forma muy tradicional: sin conservantes ni aditivos artificiales. Además, utilizamos métodos de cocción que no alteran las proteínas y nutrientes de nuestros platos.
- Envasado seguro: los platos se envasan por raciones, al vacio y en atmósfera protectora que los conservarán en óptimas condiciones hasta su consumo (max. 30 días). Al mantener la cadena de frío en todo momento y reducir la manipulación de los alimentos en el proceso de producción, minimizamos enormemente los potenciales riesgos higiénico-sanitarios tanto en las casas como en los establecimientos de hostelería, por lo que en principio proporcionan mayor grado de seguridad alimentaria.
El resultado es una cocina vegana de calidad, con todo el sabor de los alimentos y mucho más saludable.
Ahora puedes degustar de forma más práctica nuestros platos encargando tus menús semanales. Tu pedido será entregado cómodamente en un plazo de 24-48 horas a la dirección que nos indiques.
Fuente: Dietametabolica